miércoles, enero 10, 2007

¿Crecimiento económico o desarrollo?

¿Crecimiento económico o desarrollo?    
  
P. Marco Arana (*)

Nuestros líderes políticos y empresariales celebran y publicitan el ritmo sostenido del crecimiento de la economía peruana de los últimos años. La Sociedad Nacional de Minería proclama que la minería es una de las actividades industriales que más ha aportado a este crecimiento. Sin embargo, el crecimiento de la economía del país no es el fin, sino solo uno de los medios para alcanzar el desarrollo. Mal hacen quienes confunden el crecimiento de la economía con el desarrollo socialmente equitativo y ambientalmente sostenible.  

Los estudios disponibles abundan en el señalamiento que el principal problema de las economías de América Latina no ha sido tanto el crecimiento macroeconómico cuanto la creciente brecha de inequidad. Dicho en palabras de los obispos latinoamericanos: "Ricos que se han hecho cada vez más ricos a costa de pobres que cada vez se han hecho más pobres". ¿Quiere decir esto que debiéramos estar opuestos a que nuestra economía crezca? Definitivamente no. El país debe seguir creciendo. El problema es de otro orden: seguir creciendo para quiénes. Más aún si ese crecimiento se sostiene fundamentalmente sobre la explotación intensiva de nuestros recursos naturales.  

Un informe del Banco Mundial sobre la dependencia de los recursos naturales (2004) sostenía que los problemas del desarrollo de los países ricos en recursos naturales se hallan en la economía política: "Si los poderosos pueden apropiarse de la renta proveniente de los recursos para beneficio propio, o si falta un consenso político sobre la gestión de la economía, la abundancia de renta derivada de los recursos puede, de hecho, inhibir el crecimiento y el desarrollo...". De este tipo es el problema del desarrollo que afrontamos en el Perú: la concentración de la renta en manos de pequeños grupos de poder, la falta de consenso político para la gestión de la economía, que se evidencia de manera más visible en los conflictos mineros, cada vez más crecientes.  

De otra parte, la problemática generada por un crecimiento económico que se hace a costas de enormes daños ambientales sobre la calidad del aire, la contaminación y escasez de las aguas, las violaciones a derechos fundamentales de comunidades nativas en la selva, de comunidades campesinas en los Andes del Perú o de la vulneración del derecho a la salud (La Oroya, Ilo o los niños envenenados por plomo en El Callao).  

El desarrollo del país requiere que subordinemos lo económico a lo social y ambiental, en última instancia a lo ético. Confundir el crecimiento económico con el desarrollo es un discurso y una práctica política inmoral.  

(*) Sacerdote diocesano. Directivo de Grufides y de la red ambiental Muqui

Fuente: Diario La República


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