La recesión se viene
Jueves, 28 de febrero de 2008
Le bajan el perfil pero no hay caso:
La Recesión se le viene encima al ahorro de los trabajadores
Las medidas de Washington y Europa resultaron insuficientes
(Por Ruperto Concha Cosan, para el Otro San Pedro)
Hasta el 13 de febrero, los gobiernos de Londres, Alemania, Francia, Japón y Estados Unidos dispusieron presupuestos especiales para paliar los efectos de la crisis económica que, a partir de Estados Unidos, se extendió como una plaga por el resto del mundo.
Estados Unidos emitió un primer giro cercano a los 200.000 millones de dólares para salvar a los grandes bancos, como el City Corp, que uno tras otro estaban declarándose incapaces de cumplir sus compromisos. Gran Bretaña, por su parte, tuvo que hacer entrega de una suma equivalente. Es decir, ambos gobiernos resolvieron utilizar los dineros del Estado, de los contribuyentes, para ir en socorro de la banca privada. Dos semanas después, tanto la Reserva Federal de Estados Unidos como el Banco de Inglaterra resolvieron respaldar esas medidas de auxilio, rebajando las tasas de interés de los créditos y préstamos.
Pero ambas medidas resultaron por completo insuficientes. A los pocos días, el gobierno de Estados Unidos presentó al Congreso un proyecto de ley para devolver a la gente una parte considerable de los impuestos que habían pagado, a fin de que dispusieran de efectivo para hacer frente a sus deudas. A ello, la bancada demócrata logró agregar un fondo para los adultos mayores y otro para los veteranos de guerra. Este nuevo paquete alcanzó a los 147 mil millones de dólares adicionales.
Contemplar esas cantidades enormes de dinero produce asombro, sobre todo al compararlas con que la totalidad de las ganancias acumuladas en Chile por el alza del precio del cobre, llegan a sólo 17 mil millones de dólares, o sea apenas un poquito más que el 10% del último paquete de ayuda a los deudores autorizado por el gobierno de Estados Unidos.
Sin embargo, a los 3 días de aprobarse este último socorro, los economistas del Banco Mundial, del Fondo Monetario Internacional, y de las principales instituciones financieras de Estados Unidos y Europa, concordaron en que toda esa ayuda y toda la rebaja en la tasa de intereses serían insuficientes para revitalizar de veras la economía de Estados Unidos. Más aún, el Banco de Londres lanzó una severa advertencia de que si seguían bajando la tasa de interés, el efecto sería desatar un proceso inflacionario que podría hacer aún más grave y rápido el derrumbe de la economía de Estados Unidos hacia una severa depresión.
Esperanzas fallidas
El lunes 11 de febrero pareció surgir un rayito de esperanza, que los grupos neoliberales trataron de destacar como un signo de que había comenzado la recuperación. Fue cuando el multimillonario Warren Buffett anunció que estaba dispuesto a crear por sí mismo un fondo y un sistema de créditos destinado a permitir que los deudores estadounidenses puedan pagar sus deudas y regularizar su situación con sus acreedores. Junto con eso, se informó que el mismo lunes, inesperadamente, las compras realizadas por el público habían repuntado en casi un 3%. De inmediato, los especuladores se lanzaron a comprar acciones y el precio del oro disminuyó, lo mismo que el precio del petróleo.
Sin embargo, a las pocas horas, el entusiasmo se desvaneció ante la amarga realidad. La totalidad de la fortuna personal de Warren Buffet alcanza a 50 mil millones de dólares, lo que es una cifra gigantesca para que la tenga una sola persona, pero viene a ser apenas una gota comparada con los ya 600 mil millones de dólares aportados por los gobiernos de Washington y Londres. Y, en cuanto al aumento de las compras, luego se aclaró que se trataba sobre todo de las compras de combustible realizadas por los automovilistas y transportistas que trataban de llenar sus estanques ante la perspectiva de una nueva alza en el precio de los combustibles.
Es decir, el panorama seguía tan negro como antes.
La verdad es que la economía de Estados Unidos es la más grande del mundo y por sí sola equivale a la cuarta parte de toda la riqueza del planeta, mientras que el mercado de Estados Unidos, es decir, su volumen de compras de productos extranjeros, se mantiene en alrededor del 16% del total. El intercambio comercial de Estados Unidos con la China, le deja a ese país asiático un superávit de más de 150 mil millones de dólares al año; el Japón obtiene un superávit de 90 mil millones al año y la Unión Europea obtiene un saldo ganancioso o superávit del orden de los 110 mil millones de dólares anuales.
¿Y qué nos importa a nosotros?
Esto significa que sólo con la Unión Europea, China y Japón; Estados Unidos tiene un comercio que cada año deja a esos países ganancias por 350 mil millones de dólares, además de la entrega de mercancías de tecnología avanzada. O sea, si Estados Unidos entra en recesión, esas ganancias disminuyen, lo que trae consigo que esos países, sobre todo la China, compren menos materias primas y por lo tanto los precios de la materias primas bajan, incluyendo, por supuesto, los precios y volúmenes de venta de nuestros productos básicos: cobre, celulosa, madera, salmones y fruta.
Pero ese es sólo uno de los aspectos de la crisis. Además está el tema de la caída del valor del dólar, lo que conlleva que desde ya los países que seguimos comerciando en dólares estemos recibiendo menos valor monetario que, por ejemplo, los que se pasaron a comerciar con euros o con yuanes chinos. La caída del valor del dólar en relación al euro ya ha llegado a alrededor del 50%. O sea, del mejor precio del cobre en dólares, hay que restar casi la mitad ya que es lo que se ha desvalorizado la moneda en que se nos paga.
Por otra parte, Estados Unidos ha llegado a un déficit de su presupuesto nacional que este año superó los 240 mil millones de dólares. Esto significa que el funcionamiento del gobierno federal de Estados Unidos depende cada vez más de los recursos que le proporcionan los prestamistas, tanto estatales como privados, del resto del mundo, mediante la compra de bonos de la deuda externa. Se estima que ya Estados Unidos tiene, sólo con China, una deuda superior a un millón de millones de dólares, por la que está pagando intereses del orden del 5 % anual, es decir, unos 50 mil millones de dólares.
En resumen, tenemos que la enormidad económica de Estados Unidos, que se está tambaleando, si llega a derrumbarse puede caernos encima y dejarnos reducidos a una situación sencillamente de miseria, ya que países como Chile, que abrazaron a rajatablas las doctrinas económicas del libre mercado, ya no tienen recursos ni instrumentos técnicos o jurídicos para hacer frente a la pérdida de mercados y la caída vertical de los precios de nuestros productos.
¿Y nuestros ahorros?
La incapacidad de los gobiernos occidentales de aplicar medidas eficaces para enfrentar la recesión de Estados Unidos se debe sobre todo a que el enfoque de esas medidas se ha orientado a las viejas recetas financieras. Se considera que la especulación en las bolsas de valores es la medida de la salud de la economía, pero la realidad es que eso expresa únicamente la intensidad de la especulación, sobre todo las compras de acciones con la esperanza de venderlas cuando suban de precio.
En Chile, la dictadura de Pinochet nos impuso el cambio de nuestro sistema de previsión social por el régimen de Administradoras de Fondos de Pensiones, lo que en el fondo obliga a los trabajadores a prestarles nuestro dinero para que ellas lo empleen en especulación financiera, y generen así ganancias que, de materializarse, se convertirían supuestamente en mejor renta para los jubilados.
El problema es que esas ganancias son de carácter especulativo. En este caso, en los últimos meses los ahorros entregados por los trabajadores han sufrido pérdidas enormes, estimadas en más del 8%. Si la recesión de Estados Unidos se extiende a una depresión generalizada en el mundo desarrollado, las pérdidas de los trabajadores serán catastróficas.
En estos momentos, el gobierno de la presidente Bachelet está elaborando una reforma previsional, algo que es obviamente indispensable. Sin embargo, ¿se está tomando en cuenta la clase de peligros que significa mantener la especulación financiera, el "maniobreo" en las bolsas por compra y venta de acciones, como único medio de generar renta para los ahorros de los trabajadores?
Son las organizaciones de base, los sindicatos, las familias de la clase trabajadora, las que deben exigir a los partidos políticos que formulen propuestas claras, que consulten la opinión del pueblo trabajador, y que se diseñen proyectos de reforma previsional aprobados no sólo en el Olimpo del Congreso, sino por el pueblo que es propietario de los dineros que están en juego.
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